
De 📚 “Autor” a 👩💻 “Marca de autor”. ¿A qué se debe el cambio?
La respuesta: la nueva jefa lo decidió así: 🤖 La Digitalidad.






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El Código de Da Vinci de Dan Brown fue el libro que marcó un antes y un después en mi vida como lectora. Fue la novela que me causó esas primeras sensaciones que, hasta ese momento, desconocía. Sensaciones que luego uno busca en cada libro que comienza a leer. Ese magnetismo de sentirse inevitablemente atraído por la historia que está transcurriendo, y que no queda otra opción más que seguir avanzando para acercarnos un poco más al desenlace de ese nudo que nos enredó y nos dejó la atención atrapada ahí.
Esto lo viví cuando tenía 17 años. En esa época de mi vida también estaba lanzándose la saga de Harry Potter, un libro tras otro, y un libro más que el anterior, iba generando una revolución que no se parecía en nada a ningún otro evento tan explosivo y atípico en relación a la literatura juvenil.
¿Y qué hubiese sucedido si en aquellos años estos fanáticos lectores, tanto de Harry Potter o, como mi yo adolescente con respecto al Código Da Vinci, hubiesen tenido la posibilidad de contactarse directamente con Dan Brown o con J.K.Rowling?
Quizás deba retroceder un poco más, porque es cierto que hablar de dos escritores tan conocidos y tan rotundamente exitosos puede aún arrojarnos la sensación de distancia para con ellos. Para ello, voy a quedarme con el ejemplo de J.K.Rowling: imaginemos que acaba de terminar su primer libro, Harry Potter y la piedra filosofal. Se encuentra enviando su manuscrito a una y otra editorial, pero lo único que recibe por parte de ellas es sólo la negativa a publicar su novela o, como mucho, el mismísimo silencio. Va perdiendo las esperanzas, y va entendiendo que, quizás, no es para ella la suerte de formar parte de tan selecto mundo de autores publicados por sellos editoriales. Entonces, sin renunciar aún a su afán y a su deseo de que su novela sea leída por alguien, decide mandar su historia a diferentes personas que, algunas serán de su entorno más cercano, mientras que otras serán aficionadas a la lectura. Ambos grupos de personas se muestran bien predispuestas a leer el primer libro de esta saga que sólo su dueña, su escritora, conoce. Envía por correo el documento para que, quien lo desee, comience a leerlo. Algunas personas de estos grupos, entonces, deciden darle una devolución, un feedback, una reseña, mientras que otras probablemente, y a pesar de la buena predisposición inicial, comienzan a leerlo pero no lo terminan, o bien, por falta de tiempo o por otros impedimentos, ni siquiera empiezan a leerlo.
A ese porcentaje menor de lectores que sí lo leyó, la historia les llegó. Les gustó. Quizás tienen críticas. Tal vez algunos planteos de la trama o de los personajes lo hubiesen esperado o hecho de manera diferente, lo hubiesen cambiado o, simplemente, amaron la historia tal cual su autora la creó. De todas maneras, varios de esos lectores deciden contactarla por alguna de las redes sociales para darle esa devolución o, incluso, para subir una foto del libro dando su opinión y sus críticas constructivas al respecto de algunos de los puntos del libro. Pero, finalmente, un día llega el momento en que J.K. Rowling recibe el correo tan esperado por parte de un sello editorial. Correo en el que se le comunica que su libro ha sido aceptado para la edición y posterior publicación. Momento a partir del cual ella no puede parar de soñar con ver su libro en las estanterías de las librerías. Y, desde este punto, ya todos sabemos cómo este relato continúa en la vida de la creadora de Harry Potter.
¿Es un ejemplo extremo? Tal vez. Pero no es extremo si la intención es demostrar a través de una buena representación que todos conocemos cómo habría sido la dinámica entre Rowling y su primer selecto y pequeño público de lectores quienes leyeron lo que ella tenía para contar. Sin embargo, en aquél entonces, la posibilidad de que ella hubiese podido llegar de manera directa a su público no existía -mucho más si tenemos en cuenta que cada copia de su manuscrito debería haberla generado una por una en su máquina de escribir-. Ni pensar que podría haber existido esa posibilidad de llegar a sus potenciales lectores con la facilidad y la inmediatez con la que hoy se puede llegar a las personas a través de los medios digitales.
Ahora, desde el otro lado de la historia, desde el lado de esos primeros y valientes lectores, imaginemos cuáles podrían haber sido las posibilidades de que pudieran devolverle una opinión acerca de la lectura a través de un feedback directo. Antes, sencillamente, cada quien elegía un libro de la góndola en las tiendas físicas de las librerías, y a lo sumo podía interiorizarse al pasar a través del resumen del libro que aparece en la contratapa, acompañado tal vez por el impacto emocional e inconsciente que genera la tapa, el título o el planteo del libro en su conjunto. No obstante, pensar en que inmediatamente podíamos tomar nuestro teléfono y buscar a la escritora o escritor en Instagram o en Google era absolutamente inimaginable. Una comunicación directa, así, bajo esos parámetros, no era una realidad conocida.
¿Y ahora? ¿Qué permitió que las posibilidades cambiaran tanto?
El mundo digital. Es la respuesta más corta y más larga que podemos traer a la mesa. Esta nueva jefa, la digitalidad, irrumpió con toda su revolución y sus cambios en el tablero de juego de manera tan impensada que esas partes, lectores y escritores, quienes se encontraban separadas por un abismo irreductible de comunicación e intimidad, ahora están al alcance de un googleo. La jefa, la digitalidad, determinó que se colaría en la forma de comunicación y relacionamiento de una manera tan disruptiva y desconocida hasta el momento, que abriría las puertas al diálogo y al intercambio directo entre las partes que se encuentran a ambos lados de un libro: quien lo escribe y quienes lo leen.
Un mundo ideal, ciertamente. Un mundo sin fronteras, sin lejanías, sin barreras y sin distancias. Un mundo de accesibilidad y posibilidades de contacto nunca visto, pero real. Alicia en el país de las maravillas. Sí… el país de las maravillas. Pero, habiendo sido notado por todos esta facilidad total de acceso, es que se hizo predecible, como si de una cuestión de tiempo se tratase, que todos los escritores y escritoras buscaran lanzarse de lleno hacia sus potenciales lectores y, por parte de estos últimos, buscaran decididamente encontrar a ese próximo libro que los haría experimentar conexiones distintas con una historia o con un contenido. Por lo tanto, el mundo digital, este nuevo mandamás que decidió cambiar radicalmente las reglas del juego de la comunicación, vistiéndose con su mejor atuendo de gala de globalidad, ahora debe ser abordado desde una estrategia porque la comunidad digital se encuentra atiborrada de gente.
Acá aparece en este juego el cambio de naming de los escritores…
¿Naming? Sí; la marca de autor.
“No me llame sólo autora. Llámame por mi marca de autora”, dicen los escritores y escritoras en las redes sociales.
Y es que, ante la avalancha de propuestas literarias, de ficción o de no ficción, y ante la cercanía total del público potencial que podría estar interesado en esa propuesta de contenido, ahora debe mediar una estrategia de marca de autor.
¿Y por qué una estrategia de marca de autor?
Por varias razones:
- El mundo entero, el total de la población de la humanidad, no es nuestro público: ¿A no? ¿Pero no venimos diciendo que tenemos acceso total al resto del Planeta? Así es. Sin embargo nuestra propuesta, nuestro libro, nuestro contenido, nuestra historia o nuestro mensaje no es del interés de todo el Globo. Por lo tanto, se hace necesario entender quiénes son los que sí son realmente nuestro público, quiénes sí estarían realmente interesados en lo que tenemos para ofrecer y es a ellos a quienes debemos hablarles, dirigirnos y direccionar nuestros esfuerzos de comunicación.
- Entonces hay una fracción del total de la humanidad que serían quienes recibirían con agrado lo que tenemos para ofrecer. Pero, ¿y ahora qué? ¿Cómo les hablamos? ¿Cómo nos acercamos a ellos? ¿Con qué tipo de contenido y con qué tono podemos lograr llamar su atención? Una vez más, la estrategia de marca de autor nos va a dar la respuesta, y es simple: primero es necesario estudiar a ese público y aproximarnos con propuestas de contenido que enganchen su interés. Por lo tanto, debemos entender e intentar definir cuál es interés.
- Ya hemos definido quién es ese grupo y hemos entendido a grandes rasgos su perfil, ¿les mandamos un enlace para que compren nuestro libro, sin más? Claro que la respuesta es un absoluto no. Porque hoy en día, entre una marca y su público objetivo se debe entablar una relación de intercambio que sea una fórmula ganar-ganar para ambas partes. Y esto se logra bajo el concepto de la nutrición. Las comunidades, sean cuales sean los intereses que revisten y manifiestan. Están acostumbradas -y cada vez más- a ser alimentadas, nutridas, favorecidas por contenido que las edifique, que les aporte, que les sirva. El concepto de regar una plantita con amor y dedicación nunca tomó tanta relevancia como el nuevo universo de contenido bien dirigido que hoy las marcas entienden que deben hacer. Siguen siendo relaciones transaccionales, sí, eso es cierto, pero es un concepto de transacción que no se limita a lo monetario, sino, y muy por el contrario, lo abraza y lo antecede. A todos nos gusta ser alimentados y nutridos por esos posteos en Instagram que lanza esa cuenta que nos gusta y seguimos, y que justo plantea un copy que nos viene de maravilla en el día de hoy. Ese Newsletter que llegó con un audio de Spotify en el que se tocan temas que hoy, justo hoy, lo necesitábamos. Ese artículo de Blog que encajó perfectamente con lo que estábamos buscando, y nos brindó una solución o un aprendizaje.
Esto significa, a grandes rasgos, tener una estrategia de marca de autor. Significa detenerse a pensar en el qué se tiene para ofrecer, en el cómo se va a ofrecer y en las maneras de acercarse a quienes pueden ser potenciales usuarios y lectores que, para que puedan brindar su esperada y valorada atención, primero también buscan ser bien tratados. Nutridos.
Luego de esta propuesta de reflexión, me gustaría saber qué te trajo este tema:
🧑💻 ¿Tienes esta relación de nutrición a través del contenido con alguien? ¿Cómo fue que logró llamar tu atención y cómo te relacionas ahora cada vez que ves su contenido publicado?
🧑💻 ¿Qué sientes hacia el creador de un contenido cuando este crea propuestas que son exactamente las que necesitas?
Si quieres, te animo a que compartas tu opinión en comentarios.
Este tema se desprende del Lienzo del Lector Objetivo, uno de los 6 lienzos que trabajamos en el Módulo 2 Curso de Escritura Literaria con la Metodología Lean Writing del Artista®, módulo que se denomina Lean Writing. Es una propuesta metodológica en la que aprendemos a abordar este pensamiento enfocado en el lector, en intentar entender quién es y, por consecuencia, en dilucidar cómo y dónde podemos encontrarlo.
Este contenido fue emitido en el EPISODIO 3 que te compartimos a continuación:
🎙️ Melodías de un escrito | El Podcast para Escritores
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